Una de nuestras prioridades es contribuir a retejer el tejido desgarrado del Pueblo de Dios. Esto implica que nuestro compromiso se extienda más allá de los límites muy reducidos del claustro y de nuestra Familia Benedictina de la Resurrección.
Estamos comprometidos con niños, niñas, y jóvenes de recursos escasos y/o en situaciones de precariedad, apoyando en proveer una formación integral para ellos y para sus familias, por medio de la Asociación Alumnos del Perú, con sedes en Chucuito, Ñaña, y Piura.
Ofrecemos escucha y acompañamiento a personas, reconociendo que sus heridas también son heridas nuestras y heridas de Cristo. Acogemos este misterio del Otro y de la Otra en procesos de sanación; en el Centro de Espiritualidades EMAÚS, en el penal; en hogares de sobrevivientes de la violencia, trata de personas, y abuso sexual; en las escuelas.
Nos preocupemos por nuestros vecinos, especialmente los y las enfermos y ancianos, y los y las que viven en la calle.
Levantamos los deseos profundos de los pueblos indígenas andinas en sus búsquedas de autenticidad con y fidelidad a sus sabidurías ancestrales, tradiciones, ritualidades, y valores; en los procesos de afirmación y re-creación frente a los cambios desorientadores del mundo de hoy.
Recogemos los sufrimientos y penas, alegrías y esperanzas de los pueblos cercanos y lejanos en nuestra oración personal y comunitaria diariamente.
Explicamos con más detalle muchos de estos compromisos en “Ventana Abierta: Nuestros Vínculos” de este sitio web.